Un estudio analizó la influencia de la madera en diferentes construcciones de viviendas catalogadas como de bajos ingresos.
Un reciente estudio liderado por el arquitecto Andrés Tapia propone estrategias innovadoras para mejorar la eficiencia energética de viviendas de bajo ingreso, marcando un hito en la construcción sostenible.
Esta investigación, realizada como parte de su tesis de posgrado y dirigida por el profesor Diego Vasco, se enfoca en la optimización de viviendas típicas de la Región Metropolitana mediante el uso de materiales avanzados como la madera de pino radiata impregnada con materiales de cambio de fase.
La investigación surge en respuesta a la creciente demanda por soluciones habitacionales eficientes en un contexto urbano de alta exigencia de recursos, donde las viviendas requieren un mayor confort térmico sin depender de sistemas activos como calefactores o aires acondicionados.
Las mejoras pasivas, tales como el uso de termopaneles y una adecuada distribución geométrica de los espacios, fueron parte del enfoque principal, demostrando ser clave para optimizar el confort térmico de las viviendas sin aumentar el consumo energético.
El estudio se basó en la identificación de las tipologías de viviendas más comunes en Santiago, utilizando datos del censo y encuestas nacionales. A partir de esto, se seleccionó una vivienda representativa para realizar simulaciones térmicas y energéticas utilizando el software DesignBuilder. Esta herramienta permitió analizar el comportamiento de la vivienda y ajustar las medidas propuestas para maximizar su eficiencia.
Impacto de las mejoras en construcción
Los resultados de la investigación fueron notables. Las mejoras constructivas aplicadas permitieron reducir el consumo energético hasta en un 80,5%, además de disminuir en un 21% las horas de disconfort térmico para los residentes.
Una de las principales innovaciones del estudio fue la incorporación de materiales de cambio de fase en la envolvente de la vivienda. Estos materiales, que almacenan energía al cambiar de estado, permiten mantener temperaturas más estables dentro del hogar, aprovechando las condiciones climáticas de la región.
A su vez, el uso de madera impregnada no solo mejora la eficiencia energética, sino que también fomenta la utilización de recursos locales, como el pino radiata.
El análisis económico realizado en el estudio concluyó que la inversión en estas mejoras constructivas se amortiza en aproximadamente 12 años, gracias al ahorro energético obtenido.
Esto demuestra que, además de ser una solución ambientalmente responsable, es financieramente viable implementar estas tecnologías en las viviendas existentes.