Solange fue abusada sexualmente por dos de sus primos, de los 6 hasta los 14 años. Junto a su familia denunciaron, pero la justicia jamás alejó a los agresores, quienes incluso se burlaron de la joven hasta sus últimos días.
El pasado domingo, equipos de emergencia trabajaron en el Puente Capuchinos tras la caída de una joven al sector de los roqueríos. Lamentablemente y con el paso de las horas, quedó al descubierto que Solange Mesina tomó la decisión de quitarse la vida afectada por un profundo cuadro de depresión.
Así inició su calvario
A sus 14 años, y desesperada por lo que pasaba, se acercó a sus padres para confesar que dos de sus primos la violentaban sexualmente. Todo comenzó como un supuesto juego, o al menos eso le hacían entender sus agresores cuando tenía sólo 6 años de edad.
Agresiones a la pequeña que continuaron por casi 8 años, tiempo en el que guardó silencio por temor, sabiendo que sus agresores eran parte de su familia.
La Denuncia
Tras realizar la denuncia en la policía fueron ordenadas algunas pesquisas a la víctima y sus victimarios las que finalmente quedaron en nada.
El resultado, Solange intentó rehacer su vida guardando en su corazón el dolor y el trauma que le dejaron los ataques, acrecentando una letal depresión que la motivó a auto flagelarse en reiteradas ocasiones siendo derivada de profesional en profesional, quienes la estabilizaron, pero nunca se dieron cuenta del dolor que la joven padecía en silencio.
Las burlas y acosos
Pasó el tiempo y la violencia sexual quedó atrás, pero lamentablemente sus atacantes siguieron en el sector. Solange no podía salir a la calle sola por el temor que le generaba encontrarse con ellos.
Sus cercanos aseguraron que una oportunidad, cuando la joven se armó de valor para tomar una micro, uno de sus primos se subió a la misma máquina y con total descaro, se sentó a su lado para mofarse y burlarse.
La familia exige justicia
Isaac Mesina, aseguró que su hermana nunca recibió la ayuda que necesitaba, desde el momento de la denuncia la justicia estaba más preocupada de poner defensores a los atacantes, mientras que la verdadera víctima quedó en total desamparo.
“Es necesario un verdadero cambio en la política, un cambio en las leyes donde sean las víctimas los verdaderos protegidos y los delincuentes paguen por sus crímenes”, concluyó.
