Crearon un instrumento, lo perfeccionaron y la perseverancia los llevó a transformarse en el único taller de lutheria porteña que exporta a nivel internacional.
Mauricio Garay Cid y Felipe del Valle Gandulfo, son de esos amigos que los une la pasión por la música y la creatividad. Ambos se desempeñaron en diversas áreas por años, pero la creación de la Vihuela Andina de la mano de Mauricio, destacado músico nacional, quien logró la creación del instrumento con una sonoridad que se asemeja a la de un Ronroco (charango grande) y a la antigua Vihuela renacentista introducida por los españoles durante el siglo XVI. Tras el desarrollo de la Vihuela Andina, decidieron trabajar juntos en un viaje lleno de desafíos y experiencias.
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En aquellas callecitas especiales y coloridas del cerro Concepción, se ubica el taller de Luthería Artística, Cid & Gandulfo, por años llevan desarrollando la magia de un instrumento, desde su esencia, la estética y quizás lo más importante, aportando a la historia musical de una ciudad, catalogada como Patrimonio de la Humanidad. Es justamente ese aporte al desarrollo de la cultura y el resguardo de nuestra identidad, que hacen que Mauricio y Felipe, estén en una etapa constante de crecimiento y posicionamiento desde el 2013, año en que se creó el proyecto.
El camino de la luthería
Cuando vemos un instrumento o escuchamos un concierto, no imaginamos el proceso que existe para lograr esos sonidos únicos que nos conectan y emocionan, ser luthier es sinónimo de un artesano de la madera y las cuerdas, un trabajo meticuloso por cierto, creadores de instrumentos que terminan en melodías que transportan, ser luthier es un heredero de una de las profesiones más legendarias de nuestra historia. Un camino no convencional que Mauricio y Felipe, han logrado sostener con esfuerzo y riesgo.
“Yo siempre busqué algo especial, no sabía dónde encontrarlo, en un momento de crisis de la vida, dije no haré nada que no tenga una belleza y empecé el camino de relacionarme con la arquitectura, con la restauraciòn patrimonial, pero siempre me gustó la música, siempre quise algo de un nivel alto, yo miraba a las personas que hacían cosas maravillosas y siempre dije quiero estar ahí. Pensar en la luthería era más elevado, pero decidí estudiar y supe que me llenaría el alma, sentí que estaba destinado. No pensé hacer instrumentos acústicos, era muy lejano, pero llegué y dije esto no lo quiero soltar. Mauricio estaba haciendo un instrumento que no existía y era aún más lejano, hay personas que hacen algo que está fuera de lo común y eso tiene una magia, como la misma luthería”, reflexiona Felipe del Valle Gandulfo, lutier.
“Llegué a la luthería por mi amor a la música. Recuerdo el inicio de la Vihuela Andina, no estaba conforme con el instrumento que se había desarrollado en ese momento, entonces dije, debo asumirlo desde mi vereda y abrir esta puerta y aprender luthería para perfeccionarlo, porque esto no va a parar acá. Felipe se enteró de lo que estaba haciendo y se sumó a este viaje. Lo que nos une es vibrar por lo que hacemos, y creo que la clave es no salirse nunca del camino, finalmente es lo que provoca que todo funcione. Nosotros estamos conscientes del arduo trabajo que esto implica, desarrollamos una luthería de alto nivel, el instrumento se exporta y todo lo que hemos logrado ha sido con perseverancia”, dijo Mauricio Garay Cid, músico y luthier.
Para ambos el trabajo constante y la divulgación del taller, no sólo es el posicionamiento de ambos artistas, es una forma de motivar a otros a crear y trascender. Por lo mismo desarrollan, charlas a niños, niñas y adolescentes, realizan intercambios con músicos internacionales y ante todo comunican lo que hacen, cuestión clave en el arte. Ambos creen que la pasión no es suficiente, más bien dicen que hay que saber administrar, la constancia y el riesgo es clave en el éxito de Luthería Artística, creer en el proyecto, para ambos es la llave para conseguir todo objetivo.”Las personas antes de probar, tienen una actitud derrotera, y pasa mucho en el arte, pero si tú eres porfiado y trabajas por el objetivo, no te detienes y eres ordenado, cuando estás en esa frecuencia, la vida trabaja contigo, y todo llega”, finaliza Mauricio Garay.